Si vivías en España hace 20 años e ibas al cine y veías pelis en DVD (el formato del futuro) te tiene que sonar la infame campaña lava-cerebros antipiratería que inundó las pantallas y los telediarios por aquel entonces:
“No robarías un bolso”
(no sé cuál fue el título oficial pero esa frase es la que más se recuerda)
En la que equiparaban ir en moto y pegarle un tirón al bolso de una señora con descargarte una película de internet sin pagar.
… Y otras lindezas.
La campaña solo sirvió para ensuciar más la imagen de los “reguladores” y para enriquecer el imaginario colectivo con un meme más (antes siquiera de que la palabra “meme” fuese aceptada como sinónimo de cachondeo multimedia).
Y cuando parecía que todo estaba aparcado en la cultura pop para el recuerdo va y nos llega esta noticia:
En el video de esa campaña antipiratería se estaba utilizando una tipografía sin licencia y una música de fondo sin derechos de autor compensados.
El autor de la cancioncilla se enteró muchos años después de casualidad, viendo un DVD donde salía el anuncio (muy meta).
Les demandó, ganó el juicio, y le tuvieron que indemnizar con 60.000 lereles.
O sea, que la campaña no solo les sirvió para que nos diesen más ganas de descargar cosas de internet sin pagar, sino que encima palmaron pasta demostrando ser ellos mismos aquello que denunciaban = ladrones de bolsos.
Es como justicia divina.
Y la confirmación de que no puedes parar una catarata con un colador.
Pasa todo el rato.
Interné y el email son así de libres.
Llámame purista flipado.
Sé que esto ya no son los 90s y, joder, vete a saber lo que va a ser cuando la IA General tome control.
Pero hasta noticias como esta me retrotraen a aquellos tiempos en los que me flipé por este medio.
Comunicarte bien por escrito (y cuando digo bien es “bien”, transmitiendo emociones) sigue siendo el santo grial porque, en el fondo, internet es leído.
Cuando estás en el email te encuentras en el medio más poderoso, sencillo e íntimo que existe.
Y todo depende de ti.
Lo cual es una levedad insoportable para muchos, por muy poderosos que sean.
Porque en tu casa nadie te puede controlar ni manipular — salvo que tú te dejes o seas más blando que un mochi de té verde.
Y cómo conseguir eso pasa por introducirse vía intravenosa una serie de bases y principios y practicarlos hasta que se te enrojezcan los pulgares de rascateclear.